
Pues os cuento. Resulta que hace un par de semanas estuvimos en Ruidera Jesús y yo, pasando un bonito fin de semana. Una tarde, nos encontramos con un señor muy mayor. Iba andando muy despacito, ayudado de un bastón. Y entonces, Jesús, en un acto de buena fé, se le ocurrió preguntarle si quería que lo lleváramos en el coche a alguna parte, porque se le veía cansado. El señor, un poco estrañado, nos dijo que no hacía falta, que estaba dando un paseo y que lo necesitaba. Si se cansaba se sentaba un ratito y luego continuaba su pequeña ruta. Jesús, un poco cortado, le explicó que lo había visto algo fatigado y pensaba que necesitaría ayuda para llegar a casa. Y dicho esto, el hombrecillo ya entró en confianza y nos lo agradeció de veras, pero que le venía bien dar un paseito. Después, lo típico "¿y vosotros de dónde sois?" "de Campo de Criptana", contestamos. Dicho esto, nos contó que tenía un amigo de la infancia que vivía allí. Él era de La Solana y nos habló de Isidro Antequera, un pintor manchego nacido en la Solana pero residente en Criptana desde los años sesenta, aunque actualmente reside en Madrid. Pues nos encargó darle muchos recuerdos de su parte. Que lo recordaba con mucho cariño, porque jugaron mucho de niños. Que ya no podía conducir, y por lo tanto, la posibilidad de acercarse al pueblo a verlo, pues era imposible. Yo le prometí que si lo encontraba le daría su recado, que quedase tranquilo. Dicho y hecho, me puse a buscar en internet el teléfono de Antequera, pues sabía la calle donde vivía y con el apellido era fácil de encontrar. Así fue. Y ayer mismo, me pue en contacto con él y le hablé de su viejo ya amigo de la infancia "consuelillo el carpintero" me dijo aquel buen hombre. Isidro se acordaba de él y se alegro mucho de esta sorpresa tan inesperada. Me devolvió los recuerdos también para él y también se interesó por mi, preguntándome que quien era. Conocía a mi padre, que en Criptana casi todo el mundo sabe quien es. Pero no conforme, y con la sensación de haber cumplido a medias mi misión, decidí localizar a "consuelillo". Para eso, llamé a la policia local de La Solana, les conté mi cometido, y de forma muy amable, me dieron informción sobre este hombre. Con el apellido y el nombre de la calle donde vivía, pude encontrar su teléfono, en las páginas amarillas de internet. Hablé con él, y ya me enteré que se llamaba Miguel. Su alegría fue inmensa y me lo agradeción enormemente, y más aún cuando le facilité el teléfono de su amigo de la infancia, y que si lo llamaba ahora, lo encontraría en su casa de Criptana. Rápidamente pidió un boli a su mujer y apuntó emocionado el número, diciéndome que claro que lo llamaría y ya mismo.
Pues este es mi buen acto. Me quedé tan satisfecha que he pensado que esta historia, para mi preciosa, de dos viejos amigos de la infancia, podría gustaros también a vosotros que me leéis. Seguro que si. Y espero que Miguel e Isidro, puedan retomar nuevamente su entrañable amistad.
pd: la pintura que ilustra esta historia, es un cuadro de Antequera, que por cierto es muy buen pintor.
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