miércoles, 11 de agosto de 2010

Mi querida amiga y compañera Lourdes

Querida Lourdes:
Y ese querida ahora se me antoja corto y pequeño. No podría expresar tampoco el sentimiento que me invade en este momento. Hago fuerza, para que mis ojos rasados de lágrimas, no se desborden en llanto impotente y triste. Muy triste. Y el nudo que me oprime la garganta, me produce un escozor amargo.
Y me siento más y más triste.
Te estás escapando de esta vida, tantas veces gris y otras tantas ilusionante. No has llegado ni al medio siglo, y no es justo, nada justo, lo que te está sucediendo. Después de dos largos años de luchar contra lo inevitable, de pasillos blancos, de batas y mascarillas, de sesiones interminables de radiaciones... y entre medias, todavía con ganas de visitar a las compañeras, y tomar un café juntas. La última vez en febrero, para tu cumpleaños. Las chicas decidieron regalarte jollitas de la plata que yo misma les vendí. ¡ te quedaban tan bien y te veías tan guapa !. Ha pasado muy poco tiempo desde entonces. Demasiado poco. La montaña rusa se desbocó de pronto y a una velocidad inesperada. Y todo comenzó a verse negro. Ya ni siquiera gris. Los matices desaparecieron. Todo era ya negro y la caida en picado imparable. Por eso, y en estos días de tanto sufrimiento, quiero mandarte mi pequeño homenaje, ahora que todavía respiras el último liento. Quiero enviarte el beso que nunca pude darte estos meses. Nunca estabas con ganas de visitas ¡ como para estarlo ! Quiero que el viento te lleve mi energía, que la sientas en tu duerme-vela. Quiero que sepas que siempre te voy a llevar en mi recuerdo. Diez años dan para mucho ¿verdad?. Y que mi retina te tendrá grabada de por vida. Con tu cara bonita y tus palabras suaves. Tu saber estar y tus vestidos alegres. Tu risa elegante y tus ganas de luchar.
Desde aquí, mil besos, de tu amiga y compañera María Luisa

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