domingo, 10 de mayo de 2009

"Cuentos desordenados, segunda historia"


El día amaneció nublado, con grises nubarrones que auguran un buen chaparrón. Sin embargo, no puedo evitar sonreir. Sonreir con la boca entreabierta por miedo a quedarme sin saliva, para poder seguir sonriendo. La espesa capa que cubre el cielo, no puede evitar que me descubra a mi misma como un ser diferente. De una forma paulatina, he transformado mi abismo en agua cristalina. Ahora toco las piedras del río, presintiendo su tacto húmedo y rugoso, pero no puedo rescatarlas, y tampoco quiero. Cada cosa en su sitio, y ya se encargará la corriente de hacerlas bailar. Y no, nubes monstruosas, no lograréis arrancarme la sonrisa. He descubierto que mi boca se embellece ante el espejo. También que mis ojos brillan como las lágrimas cuajadas por la pasión, y que mi iris llega a parecerse al mar visto desde muy lejos, al fin y al cabo mar, cercano y lejano. Pero el más importante de mis descubrimientos ha sido comprobar que mi ventana, de madera acorchada por el tiempo, todavía se abre y se cierra, para asomarse en ella y tantear el infinito.

1 comentario:

Mari Cruz Isasi dijo...

me gusta mucho tu blog.
elisabet carrillejo isasi